domingo, 24 de noviembre de 2024

CAPÍTULO 1: Furia Sin Control


Red Hulk continúa su huida, adentrándose cada vez más en territorios remotos y desolados. Sin embargo, en lugar de calmarse, su rabia crece con cada paso. Los paisajes que atraviesa son testigos de su furia incontrolable: bosques devastados, colinas reducidas a escombros, y ríos alterados por su simple presencia. La criatura no tiene un objetivo claro, solo la necesidad insaciable de destruir.



Dentro de su mente, Ross lucha por recuperar el control. Está atrapado en una prisión mental, rodeado por paredes de fuego y odio. Intenta gritar, razonar, pero su voz es ahogada por la furia de Red Hulk.

Pensamiento de Ross (con voz interna, desesperada):
"¡Detente! ¡No es así como debía ser! Yo... soy el que tiene el control... ¡Yo soy el soldado aquí!"

 


Pero sus pensamientos son silenciados. Red Hulk no escucha. Cada intento de Ross de hacerse escuchar es sofocado por la fuerza brutal que ahora lo domina. Es como estar en el epicentro de una tormenta, una tempestad de ira que lo consume todo.

A medida que avanza, Red Hulk siente el poder fluir por sus músculos, el suelo temblando bajo su peso. Desconoce el límite de su fuerza, y eso lo hace aún más peligroso. Un paso en falso, y la devastación es total. Un movimiento sin control, y una pequeña ciudad podría ser borrada del mapa en cuestión de segundos.

Ross:
"Esto no puede ser real... Este poder... ¿es lo que realmente quise? No, no puedo permitirlo... No puedo... pero..."

Sus pensamientos se desvanecen por completo. El poder es demasiado abrumador.

Red Hulk, por otro lado, solo siente una cosa: libertad. Una libertad furiosa y desenfrenada que no conoce barreras. No es consciente del daño que está causando, no le importa. Todo lo que importa es saciar su sed de destrucción.

La Respuesta del Ejército

Las alarmas en las instalaciones militares cercanas comienzan a sonar, una señal clara de que algo ha ido terriblemente mal. Los informes sobre la destrucción causada por Red Hulk llegan en cascada: un área completamente devastada, patrullas desaparecidas, e infraestructuras colapsando en minutos. Desde el Pentágono, el caos es absoluto.


General Ross, aunque físicamente transformado en Red Hulk, no está presente para dirigir las operaciones, lo que genera aún más desconcierto entre los oficiales. Los altos mandos, que estaban al tanto de la naturaleza experimental del proyecto, comprenden que las cosas han salido completamente fuera de control. Sin embargo, hay una orden clara: detener a la criatura.

Coronel Davies, un oficial al mando de la operación, observa las pantallas de radar mientras las imágenes satelitales muestran la destrucción en tiempo real. La devastación avanza rápido, y sus recursos están limitados.



Diálogo del Coronel Davies:
"Necesitamos contenerlo antes de que llegue a un área poblada. No podemos permitir que una ciudad sea arrasada."

Los helicópteros son desplegados y los tanques avanzan. Sin embargo, el ejército no tiene ni idea de lo que están enfrentando. Creen que es solo otra "arma fallida", algo que, aunque peligroso, puede ser destruido con suficiente poder de fuego.

En el campo de batalla, la primera unidad de ataque entra en contacto con Red Hulk. Disparan misiles, intentan contenerlo con un bombardeo aéreo. Pero es inútil. Los proyectiles impactan su piel, pero no lo detienen. Es como intentar derribar una montaña con piedras.

"Nos dijeron que esta cosa era fuerte, pero esto... es algo más. No es un arma. Es un desastre natural."



Red Hulk ni siquiera se molesta en esquivar los ataques. Cada golpe que recibe lo alimenta más, su furia se intensifica. Los helicópteros que lo rodean son abatidos uno por uno con un simple movimiento de su brazo, como si fueran insectos molestos. Los soldados en tierra intentan retirarse, pero el suelo tiembla bajo sus pies mientras el monstruo avanza.

En el Pentágono, las comunicaciones son caóticas. Los informes son confusos y contradictorios. El único mensaje claro es que el ejército no está preparado para lo que está enfrentando.

Secretario de Defensa:
"¿Es esto lo que Ross tenía en mente cuando habló de un 'arma definitiva'? Porque si lo es, lo único que ha creado es nuestra propia condena, esto nos supera no podemos hacer mas, tendremos que llamar a  Superman pero, él no está en el planeta¿que podemos hacer?"



En el terreno, la desesperación es palpable. Las fuerzas militares son incapaces de frenar a Red Hulk. Los tanques explotan, los aviones se estrellan, y la criatura sigue avanzando, dejando tras de sí una estela de destrucción.

De repente, un cambio en el aire. Algo distinto. Una brisa inesperada hace que el polvo que rodea a Red Hulk comience a disiparse. Los soldados, agotados y resignados, notan un brillo dorado entre el humo. No es un reflejo de los destellos de las armas ni un resplandor del fuego. Es algo más... algo casi celestial.

Un soldado, susurrando a través del comunicador:
“¿Qué es eso...? ¿Alguien lo ve? Es como... una luz.”

 

Antes de que alguien pueda reaccionar, un lazo dorado irrumpe en la escena, silbando en el aire como una flecha. Se enrolla firmemente alrededor del cuello de Red Hulk, que suelta un rugido gutural, sorprendido por la fuerza que lo atrapa. En un movimiento rápido y preciso, la criatura es arrojada con violencia contra una pared de concreto sólido. El impacto sacude la tierra, dejando un cráter en la estructura.


El silencio se apodera del campo de batalla. Los soldados, boquiabiertos, bajan lentamente sus armas. Entre las sombras y el humo, una figura se perfila, caminando con calma pero con determinación. La luz dorada de su lazo ilumina ligeramente su silueta, mostrando su porte majestuoso y su armadura.

Soldado:
“¿Es ella...?”

en los  escombros Red Hulk, que intenta levantarse con dificultad. 

 

Continuará

 

 


Red Hulk vs Wonderwoman: Prólogo

 

Sala de conferencias subterránea del Pentágono.

Altos mandos militares, asesores de seguridad nacional y miembros del gbierno debaten sobre los recientes fracasos de las intervenciones militares en varias regiones del mundo. Un gran mapa digital ilumina la sala, mostrando puntos conflictivos en todo el globo: Medio Oriente, Europa del Este, Asia.


Uno de los Generales comenta:
“El mundo está al borde del colapso. Cada vez que intentamos intervenir en uno de estos conflictos, nuestros enemigos no solo nos ignoran, sino que se vuelven más atrevidos. Nuestros aliados se están debilitando, y nosotros... nosotros parecemos incapaces de hacer nada significativo.”

El General Thaddeus "Thunderbolt" Ross, sentado al final de la mesa, escucha con expresión de acero, pero la frustración se le nota en las líneas tensas de su mandíbula. El mapa frente a ellos muestra crisis crecientes en varios países: una guerra civil en Siria que se prolonga sin solución, la invasión de una nación europea por fuerzas no identificadas, y una serie de incidentes terroristas en Asia Central que han desafiado a las fuerzas armadas más poderosas del mundo.


Secretaria de Defensa:
“No es solo que estos conflictos estén fuera de control. Estamos siendo eclipsados. Ya no somos la única superpotencia. Hemos gastado miles de millones en mantener la paz en el extranjero, y sin embargo, grupos insurgentes, fuerzas paramilitares y ahora... superhumanos están haciendo que nuestras fuerzas militares parezcan inútiles.”

 

El General Ross interrumpe:
“Y ese es precisamente el problema. No son solo guerras convencionales. Estamos luchando contra fantasmas, contra amenazas que no podemos derrotar con tanques y aviones. Enfrentamos a terroristas y guerrilleros que desaparecen en la noche, y ahora... criaturas sobrehumanas que nos hacen ver como hormigas.”